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Los mantones procedían de la lejana China, y más concretamente de la ciudad de Cantón, de donde pasaba a Manila, la capital de las islas Filipinas, y de allí a los puertos de Nueva España. Ante la demanda del producto, a partir del siglo XVI se empieza a enviar a España. Los mantones de Manila se confeccionaban de seda bordados de uno o varios colores. Más tarde se bordarían en España, primero en Sevilla y más tarde en otros lugares de Andalucía y resto del país. En España fue donde se le incorporaron los flecos.