01. De caramelo (Tangos)
02. A la Estrella (Granaína)
03. Luz de Aras (Bulería por soleá)
04. Mirando al puerto (Malagueña)
05. Puñaíto de sal (Alegrías)
06. Torre de silencio (Taranta)
07. Fuente de la Barrera (Bulerías)
08. Lágrimas de cristal (Rondeña)
09. Sueño sefardí (Romance)

Desde la genial y breve trayectoria guitarristica de Paco de Lucena a finales del XIX, no ha existido una figura comparable en Lucena hasta la aparición de Román Carmona a finales del siglo XX. Un siglo los separa, pero la Historia, repleta de caprichosos bucles, nos regala esta obra, ya en los inicios del XXI.

Mece la guitarra en sus manos desde niño por mor del empeño de Carmonilla padre, que vigilaba las enseñanzas de Rafael El Cordobés, que se agotaron precozmente ante la proyección del alumno. Desde aquellos inicios, Román ha transitado por momentos de toque y silencio, de creación y reflexión, de luz y de sombra, hasta que ahora, en la sazón de la madurez, nos ofrece esta obra, verdadero compendio de su universo guitarrístico. En él encontramos aromas de dulce musicalidad, de pulsación delicada y veraz, donde la técnica siempre se acomoda al servicio de la melodía (y no al contrario) y donde el compás no resulta el estrecho rigor de la medida, sino la escalera por donde los tonos desfilan en pos del melisma final. La espacial y suave pulsación, aporta un aroma muy personal a su toque, siendo este aspecto propio de cada intérprete. No se despacha en la botica.

SUENA MI GUITARRA pretende ser, y pienso que lo logra, una apuesta seria y decidida por las formas flamencas más clásicas, sobre todo en el toque sin acompañamiento alguno; momento en el que Román, tantas veces tras el parapeto de la voz o del zapateado de la bailaora, se nos muestra más auténtico, mas veraz, más real. De los tangos, a la bulería por soleá o la bulería, el compás viaja en el trote de un caballo español o en el repiqueteo del agua sobre el mármol, en la fuente más flamenca de Lucena. Compás insisto no encorsetado, sino vehículo de melodiosa armonía. Las alegrías sirven de puente a los temas libres: taranta, granaina o malagueña, donde la musicalidad alcanza su expresión más alta. La rondeña, recuerda aromas añejos de Ramón Montoya, y construye una pieza redonda y elegante. Finalmente sólo una concesión a lo diferente: Sueño Sefardí, una canción, pero llena de nostalgia de la tierra sefarádica perdida, tan presente en la cultura lucentina. Trabajo pues, variado y completo, donde sin duda podemos conocer gran parte de la personalidad musical de Román Carmona.

Al finalizar la audición muchos pensarán (y de esto tengo constancia personal en muchos festivales) ¿dónde estaba este guitarrista?. En Lucena de Córdoba, viviendo, creando una familia, y generando un universo musical propio, con recientes aportaciones de armonía y lenguaje musical, que no le han robado un ápice de frescura y en cambio le han dotado de instrumentos para una mejor expresión de toda la profundidad contenida en su acervo flamenco. A partir de este trabajo, seguro que a nadie volverá a resultar desconocido en el ámbito flamenco.

Rafael Rámirez Ponferrada