01. Sale el sol cuando es de día (Soleares)
02. A la mar yo miraba (Seguiriyas)
03. Los niños chicos cuando lloran (Fandangos)
04. Siendo gitano (Bulerías)

Son tantas las historias de niños prodigio con futuro de oro y fracaso con ostracismo al par de años que soñar da miedo. Pero hablando con José Antonio Laguna Molina (La Puebla de Cazalla, 2001) y mirando a quienes le rodean y miman, se intenta poner uno en lo mejor. Van siempre con él su padre Alejandro -con otros de sus hijos- y Antonio Valle, el maestro de escuela que lo descubrió para el baile y terminó metiéndolo en el cante. Contemplándolos bajar por la calle Marchena camino del Café Central, todos con mucha seriedad y pasos cortos pero firmes, cae uno en la cuenta de que Pepito los imita. Juega con ellos a ser un hombre. Pero, ¿quién sabe qué va a ser de él?. Recibió de La Yiya las primeras lecciones de cante para pasar a manos de Fernando Rodríguez, con quien empezó a despertar pasiones. Ahora, el ecijano Antonio García -que también acompañó y enseñó lo suyo a Kiko Peña- es quien se ocupa de ponerle nuevas músicas y limarle los defectos adquiridos en su autodidacta manera de asimilar el cante. Todo, sin eliminar ni un ápice su naturalidad y salvajismo que son, al fin y al cabo, la plusvalía del Boleco.

Grabarlo no fue difícil porque venía con la lección aprendida y los deberes hechos. En dos tardes hizo cinco cantes para descartar uno. Se puso delante del micrófono y se hizo amigo suyo en cuestión de segundos, creciéndose ante lo desconocido como se crece cuando va a un concurso o comparte cartel con quien sea. Creo que sabe de sobra que en su garganta guarda la llave de una vida feliz, la que puede que no alcance de otro modo. En su corazón se ve buen fondo porque todo lo que gana cantando lo mete en su casa; con lo que parece que la cabeza tampoco le falla. Pero este es un mundo muy jodido para un chaval de su edad, en el que hay demasiadas cosas que no tienen explicación y nadie te enseña a estar preparado para el triunfo o el fracaso. El tiempo dira. Ahora disfrutemos de este ángel de lo jondo. Chemi López